Inescop sienta las bases para certificar calzado barefoot y aportar transparencia al mercado

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El movimiento barefoot, que defiende una forma de caminar más natural y próxima a ir descalzo, está en pleno auge a nivel mundial, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 5,3 %. Sin embargo, pese al interés creciente de usuarios y marcas, la industria del calzado carece todavía de criterios técnicos claros y consensuados que permitan saber qué modelos son realmente barefoot y cuáles solo lo parecen.

Para dar respuesta a este reto, el centro tecnológico del calzado Inescop ha puesto en marcha el proyecto BareLast con el que ha evaluado científicamente 23 modelos de calzado barefoot, ha contrastado su comportamiento con usuarios reales y ha definido los requisitos técnicos mínimos que debe cumplir un zapato para considerarse barefoot.

“El auge del barefoot es una buena noticia, pero también exige rigor”, señala Saray Ricote, investigadora principal del proyecto BareLast. “No basta con que un zapato sea muy flexible o lleve la etiqueta ‘minimalista’: debe cumplir criterios objetivos que protejan al usuario y ayuden a la industria a hacer las cosas bien”.

BareLast: ciencia aplicada al calzado barefoot

El proyecto BareLast, financiado por Ivace+i y fondos FEDER, se centra en la optimización de hormas y diseño de calzado barefoot a partir de evidencia científica. Su objetivo es doble. Por un lado, ofrecer a las empresas una guía técnica clara para diseñar, fabricar y validar calzado barefoot y, por otro, facilitar a los usuarios una referencia independiente que distinga los productos que cumplen realmente con los principios barefoot.

Para ello, el equipo del Footwear User Experience Lab (UX-LAB) de Inescop ha diseñado una metodología que combina ensayos de laboratorio y pruebas con usuarios reales. En una primera fase, se han analizado 23 modelos representativos de calzado barefoot disponibles en el mercado mediante ensayos normalizados, evaluando parámetros como la flexibilidad de la suela, la ausencia de amortiguación y de drop (diferencia de altura entre talón y antepié), la ligereza del conjunto, el espesor y la dureza de la suela, la ausencia de elementos anatómicos en la plantilla y las dimensiones de la horma, especialmente en la zona del antepié, con el fin de determinar si el calzado favorece un movimiento libre del pie y una biomecánica cercana a la de caminar descalzo. Esta caracterización se ha completado con más de 170 pruebas de calce, uso y evaluación funcional con usuarios reales.

El reto del ajuste: hormas amplias y estables

Uno de los aspectos más críticos del calzado barefoot es el ajuste. Para considerarse como tal, la horma debe permitir que los dedos tengan espacio suficiente y puedan moverse con libertad, especialmente en el antepié.

Sin embargo, para una misma talla, la forma y el ancho del pie pueden variar mucho. Para abordar esta variabilidad, Inescop está realizando un análisis de ajuste basado en la digitalización 3D de pies y su comparación con diferentes modelos barefoot. Este trabajo permite identificar qué tipos de pies se ajustan mejor a cada modelo, desarrollar una metodología que ayude a las marcas a diseñar hormas barefoot adaptadas a su público objetivo y, sobre todo, guiar en la transformación de hormas convencionales en hormas barefoot, manteniendo un equilibrio entre libertad de movimiento y estabilidad.

El proyecto también ha detectado puntos de mejora en el mercado actual, especialmente en algunos modelos infantiles, donde la falta de elementos estructurales puede provocar deformaciones y pérdida de confort con el uso. Aquí entra en juego la experiencia histórica de Inescop en durabilidad, estructura de calzado y control de calidad.

Del laboratorio al sello: qué aporta la certificación barefoot

Tras integrar los resultados de laboratorio, las pruebas con usuarios y el análisis 3D de pies, Inescop ha desarrollado un sello específico para calzado barefoot que quiere aportar transparencia al consumidor y valor añadido a las empresas que lo consigan.

El sello de certificación “barefoot”, basado en ensayos objetivos y repetibles, nace con vocación de convertirse en un sello referencia para el mercado. Este distintivo garantiza al consumidor que el calzado cumple realmente con las características propias de esta categoría —como suela fina y flexible, ausencia de drop y horma amplia en el antepié—, aporta transparencia en un segmento donde la terminología no siempre se usa con precisión y ofrece a las marcas una herramienta de diferenciación respaldada por un centro tecnológico con más de 50 años de experiencia en investigación aplicada al calzado.

“El sello barefoot no pretende decirle al usuario qué debe comprar, sino darle información fiable para que pueda decidir mejor”, explica Irene Vidal, podóloga e investigadora de Inescop. “Y, al mismo tiempo, ofrece a las empresas una vía para demostrar con datos que su producto es coherente con la filosofía barefoot”.

Colaboración con empresas y apoyo al sector

El proyecto BareLast cuenta con la participación de empresas como Panter, Naturpie, Coqueflex, Artesanías Cerdá o Flexi Nens, entre otras, que han colaborado en la validación de la metodología y en el contraste con la realidad del mercado.

Con esta iniciativa, Inescop refuerza su compromiso de acompañar a las empresas de la Comunidad Valenciana y del resto de España en tendencias complejas como el barefoot.

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